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Stalin
Planificación de la economía
(Iosif
o Jossif Vissariónovich Dzhugashvili, también llamado Josef o Joseph Stalin;
Gori, Georgia, 1879 - Moscú, 1953) Dirigente soviético que gobernó férreamente
la URSS desde 1929 (año en que se erigió como sucesor de Lenin tras el exilio
de Trotsky) hasta su fallecimiento en 1953. Al precio de una represión
sanguinaria y de inmensos sacrificios impuestos a la población, Stalin logró
convertir la Rusia semifeudal en una potencia económica y militar capaz de
contribuir decisivamente a la victoria aliada en la Segunda Guerra Mundial
(1939-1945).
En
el nuevo orden de la posguerra, los Estados Unidos y la URSS se repartieron
áreas de influencia; Stalin extendió su poder instaurando regímenes comunistas
en la Europa del Este y alentándolos en otros países. El choque de intereses e
ideologías dio lugar a la «guerra fría» entre ambas superpotencias, que
continuó tras la muerte de Stalin; de hecho, el clima de tensión entre los
bloques capitalista y comunista definiría el escenario internacional hasta la
disolución de la URSS en 1991.
Sucesión de Stalin, planificación de la economía
En
1924, la Revolución Rusa sufrió una gran pérdida: la muerte de su líder,
Vladimir IIich Lenin. Pronto, en la URSS, se desató una complicada lucha entre
los que aspiraban a sucederlo en el poder. José Stalin, secretario general del
Partido Comunista, logró imponerse. Desde entonces, se adueñó de todo el poder
y lo ejerció en forma absoluta hasta su muerte, ocurrida en 1953.
La
URSS no sufrió las consecuencias de la crisis mundial de 1929, ya que por
razones políticas se encontraba prácticamente aislada del comercio
internacional. Aún así, debía superar profundas dificultades económicas, originadas
por la guerra y por el atraso económico del ex Imperio Ruso.
A
fines de la década del 20, Stalin adoptó enérgicas medidas económicas para
permitir la rápida expansión de la industria pesada. Necesitaba producir gran
cantidad de acero, maquinarias, ferrocarriles y armas para construir un sistema
efectivo de defensa contra la agresión de las potencias capitalistas
occidentales.
Pero
los recursos necesarios para el desarrollo de la industria, sólo podrían
lograrse con un aumento de las exportaciones agrícolas. Para ello había que
terminar con las pequeñas explotaciones campesinas, organizar el trabajo en
gran escala y mecanizar las tareas agrícolas. Stalin puso en marcha esa
reorganización de la producción. Estableció la colectivización forzosa: los campesinos
fueron obligados a unir su trabajo y sus parcelas formando grandes cooperativas
colectivas. En 1936, fueron colectivizadas el 96% de las explotaciones
campesinas y en 1940, la producción de granos superó en un 80% la registrada en
1913. Fue la mayor revolución agraria de la historia de la humanidad.
La
transformación en el campo favoreció el desarrollo de la industria pesada.
Grandes cantidades de capital y mano de obra fueron destinadas a la
electrificación masiva, a la explotación de nuevas minas de carbón, mineral de
hierro y yacimientos de petróleo, a la instalación de ferrocarriles y,
especialmente, a la fabricación de armamentos. No obstante, se sacrificó la
producción de bienes de consumo.
La
economía se planificó. Para ello, elaboró planes fijándose se exigentes metas a
cumplir.
La economía planificada
En
1928, Stalin lanzó un programa de colectivización agraria y desarrollo industrial
que sustituyó a la NEP de Lenin. Se trataba de una economía planificada,
dirigida por el Comité de Planificación Estatal (el GOSPLAN creado en 1921),
cuyos objetivos básicos eran transformar la URSS de un país agrícola en una
potencia industrializada, llevar a cabo la completa colectivización de la
agricultura, y transformar de una manera profunda la naturaleza de la sociedad
rusa. Sin embargo, en la práctica el objetivo prioritario fue la industria
pesada y de armamento, la producción de bienes de consumo y la agricultura quedaron
relegadas a segundo término. El GOSPLAN se encargó de elaborar cada cinco años
planes en que se fijaban las cantidades a producir, precios y salarios, las
necesidades de materias primas, energía, maquinaria y recursos humanos en
función de los objetivos trazados en cada plan. Los planes quinquenales tenían
carácter obligatorio y abarcaban todos los sectores de la economía bajo control
del Estado, lo cual implicaba la eliminación del sector privado ya que una de
las metas de Stalin era que la propiedad de los medios de producción pasara a
manos de la colectividad.
Antes
de 1939 se pusieron en práctica tres planes quinquenales en la URSS. El primero
de éstos (1928-1933) tenía como objetivo primordial la creación de la propiedad
colectiva de la tierra y la modernización de la agricultura; además, daba fuerte
impulso a la fabricación de bienes industriales, principalmente de la industria
pesada. El segundo plan quinquenal (1933-1937), que se centró en la educación bajo
control estricto del Estado, pretendía formar los técnicos y profesionales que requería
la aplicación del programa económico. El tercer plan quinquenal (1938-1941)
estuvo orientado a la fabricación acelerada de armamento para fortalecer la defensa
del país ante las amenazas agresivas de la Alemania de Hitler, pero este plan no
logró cumplirse en su totalidad ya que fue interrumpido al dar comienzo la
Segunda Guerra Mundial.
Las
consecuencias de esta economía planificada fueron las siguientes:
industrialización a gran escala, gran desarrollo económico, ampliación de la
red de cooperativas de distribución y almacenamiento, práctica desaparición del
comercio, imposibilidad de existencia del sector privado por interdependencia
de las empresas y control del Estado sobre materias primas y medios de
transporte. El programa tuvo tal éxito que superó las cifras de crecimiento
industrial alcanzadas por los países occidentales en ese periodo; entre 1928 y
1938, la producción soviética de Stalin puso en operación una economía
planificada, dirigida por el Comité de Planificación Estatal (GOSPLAN), que
buscaba transformar la URSS de un país agrícola en una potencia industrializada
mediante planes a cumplir en cinco años. Hierro y acero se cuadruplicó, la de
carbón se multiplicó tres y media veces. Las cuatro quintas partes de toda la
producción industrial rusa procedían de las instalaciones construidas en los
diez años precedentes.
Pero
en agricultura los planes quinquenales no tuvieron tan buenos resultados. En el
nuevo panorama agrícola de la Unión Soviética se abolió la propiedad privada y
se establecieron granjasestatales llamadas sovjoses, y granjas colectivas o koljoses, que eran la mayoría, cultivadas por
los campesinos en forma conjunta utilizando tecnología proporcionada por el
Estado. Cuando se vendían las cosechas, cada individuo de la granja recibía su
parte de las ganancias de acuerdo con el trabajo que hubiese ejecutado, y no
según sus necesidades como en teoría debía corresponder a un sistema comunista.
La
colectivización agraria fue el medio utilizado por el régimen de Stalin para
conseguir una gran producción de materias primas y productos de exportación que
permitiera equilibrar las importaciones de la maquinaria requerida en la
industrialización, lo cual significaba que el notable desarrollo de la
industria estaba financiado por la agricultura. En 1936, el proceso de
colectivización del campo había terminado, alcanzando a 245 mil granjas y 90%
del campesinado. La oposición de los campesinos, sobre todo de los kulaks —que
eran los más prósperos y se negaban a abandonar su parcela privada de tierra y
a entregar al gobierno los productos de las cosechas—, fue vencida por la
fuerza y se desencadenó una severa represión al grado de realizar ejecuciones
en masa contra de los que se oponían a cumplir las órdenes gubernamentales. Los
campesinos se rebelaron y muchos de ellos fueron enviados a Siberia o
confinados en campos de concentración. Bajo este régimen de terror, Stalin cumplió
con el objetivo de colectivizar la agricultura, pero no logró un rendimiento en
la producción que diera completa satisfacción a los enormes requerimientos de la
población de la Unión Soviética, lo cual habría de representar un obstáculo
para el desarrollo de esta extensa nación.
Efectos
sociales de la economía planificada. La industrialización en la Unión Soviética,
como antes en otros países, se llevó a cabo a costa de un gran sacrificio de la
población. No era sólo que los kulaks perdiesen la vida, o que otras personas consideradas
enemigos del sistema fueran enviadas a campos correccionales.
Se
requería que todos aceptasen un programa de austeridad y abnegación,
prescindiendo de los mejores alimentos, viviendas y otros artículos de consumo
que podrían haberse producido, a fin de crear la riqueza y la industria pesada
del país.
El
plan requería de trabajo duro y salarios bajos, y el pueblo vivía con la esperanza,
alimentada por la propaganda del régimen, de que en el futuro, construidas las
industrias básicas, mejorarían sus condiciones de vida y habría más oportunidad
para el ocio.
Tal
como se llevó a cabo en los planes quinquenales, el socialismo puso fin a algunos
de los males que había generado la incipiente industrialización del régimen zarista.
No había desempleo ni altibajos en la economía; en las fábricas no se explotaba
el trabajo de las mujeres ni de los niños, y tampoco había una situación de miseria,
excepto en transitorias circunstancias de escasez de alimentos. Pero tampoco se
había alcanzado la igualdad económica que supuestamente traería consigo el
socialismo; aunque no existía un grupo de oligarcas que concentrara la riqueza,
las diferencias en los ingresos de la población eran muy grandes. Los altos
funcionarios del gobierno, directores, ingenieros, y los intelectuales
favorecidos por el régimen, recibían las más elevadas retribuciones y podían
llegar a tener pequeñas fortunas mediante la compra de bonos del Estado o
acumulando posesiones personales, aunque no podían ser dueños de ningún capital
industrial. Por otra parte, no desapareció la competencia; al contrario, el
gobierno se encargaba de fomentarla publicando los éxitos de quienes lograban
aumentar el rendimiento de su trabajo e incrementar sus salarios. Los obreros
de todo el país empezaron a batir marcas de todo tipo y fueron llamados “héroes
del trabajo” en lo que el régimen consideraba como “una nueva y superior etapa
de competencia socialista”.
Pero
no solamente los trabajadores estaban bajo la presión de la competencia, sino también
sus dirigentes; un director de fábrica que no alcanzaba el ingreso neto
programado, o no lograba cumplir su cuota de producción, no sólo podía perder su
trabajo sino también su posición social o incluso su vida. Un mal uso de los
recursos asignados a una fábrica se consideraba como traición hacia los obreros
soviéticos y despilfarro de la riqueza de la nación.
Hacia
finales de la década de 1930 parecía que la vida comenzaba a ser menos dura. En
1935 se abolió el racionamiento alimenticio y en las tiendas soviéticas de
venta al por menor empezaron a aparecer algunos productos de la industria
ligera. Los niveles de vida estaban, por lo menos, como los de 1927 y con
buenas perspectivas de sucesivos crecimientos en el futuro. Pero la necesidad
de los preparativos de guerra interrumpió de golpe el proceso de bienestar
social prometido por el régimen.
La
Constitución de 1936
En
diciembre de 1936 fue promulgada una nueva Constitución política que suponía, ante
todo, la consolidación definitiva del socialismo en la URSS. En ella se
plasmaron los principios fundamentales de la organización económica y social,
de acuerdo con la estructura de la propiedad socialista sobre los medios de
producción, reconociéndose también la propiedad privada de los bienes de
consumo.
El
texto constitucional soviético presentó cierta novedad al establecer los
derechos y deberes de los ciudadanos; garantizaba la libertad de los individuos
“de conformidad con los intereses de los trabajadores y la consolidación del
socialismo”, lo cual significaba que la Constitución no concebía los derechos
individuales como en las democracias occidentales, sino como la participación
en una colectividad para dar firmeza al régimen comunista. Defendía la independencia
del poder judicial y la libertad de cultos junto con la libertad de propaganda
antirreligiosa.
De
este modo, aunque la Constitución reconocía la libertad de asociación, se
consagraba la existencia de una élite integrada por el Partido Comunista de la
Unión Soviética (PCUS), concebido como “destacamento de vanguardia de los
trabajadores en su lucha por edificar la sociedad comunista y núcleo dirigente
de todas las organizaciones de trabajadores, tanto sociales como del Estado”.
En consecuencia, las bases políticas del sistema continuaban siendo el Partido
Comunista y los soviets.
La
Constitución de 1936 introdujo un cambio sustancial en el sistema electoral al establecer
el sufragio universal igual, directo y secreto, para los ciudadanos mayores de
18 años. Esto tuvo significativas consecuencias en la estructura de los órganos
representativos.
Así,
el Congreso de los Soviets y el Comité Ejecutivo Central se funden en el Soviet
Supremo del Estado, compuesto por dos Cámaras: el Soviet de la Unión —donde
estaban representadas las repúblicas según su población— y el Soviet de las
Nacionalidades, integrado por cinco miembros por república. La primera Cámara
era elegida por todos los ciudadanos en razón de un diputado por cada 300 mil
habitantes, y el Soviet de las Nacionalidades, como Cámara federal, lo elegían también
los ciudadanos en razón de 32 diputados por cada República federada, once por
cada República autónoma, cinco por cada Región autónoma, y uno por cada distrito
nacional.
Referencias:
bibliografia:
DELGADO
DE CANTÚ, G. M., CANTÚ DELGADO, J. D. J. Y RAMÍREZ MAGALLANES, Y.
El mundo moderno y contemporáneo II
En el
texto: (Delgado
de Cantú́, Cantú́ Delgado and Ramírez Magallanes, 2006)
Bibliografía: Delgado de Cantú́, G., Cantú́ Delgado, J. and
Ramírez Magallanes, Y. (2006). El mundo moderno y contemporáneo II.
México: Persona Educación.
Paginas usadas: 128, 129, 130, 131